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Luis Escobar Ramos
Continuando con este pequeño análisis de la obra de Alain Supiot “El Trabajo ya no es lo que Fue”, debo decir que otro de los aspectos medulares de su pensamiento tiene que ver con el concepto de Estado Social; mismo que observa desde la óptica de su vínculo con la protección de la persona y del trabajo humano; para ello, trae a escena un par de proyectos que marcaron un proceso de regeneración social que tienen como origen las 2 grandes guerras del siglo XX, en las que encuentra al término de la Primera en el Tratado de Versalles, la creación de la OIT y al final de la Segunda, la Declaración de Filadelfia de 1944 que enmarcó, que no es posible sostener una paz sin justicia social.
Destaca a la justicia social, como pieza esencial para hacer frente al mercado total, que hoy han colocado como predominante en el ámbito económico-laboral, ligando lo anterior con el progreso tecnológico o el nuevo entramado cibernético; ya que bajo esto último se pretende gobernar a las personas y los países con base en un concepto que denomina la “Gobernanza por los Números”; representando esto último para un servidor, un tema esencial para cambiar esa visión sesgada, que nos tiene sumidos como sociedad en una profunda crisis; debido a que se han desmantelado los estados y sus facultades rectoras, dando la mayoría de atribuciones al mercado.
De tal forma, que se transforma al derecho en un instrumento al servicio del cálculo y la programación, lo que compromete a la sociedad en su conjunto en la consecución de objetivos definidos y dictados desde el centralismo y dejando de lado a los valores y sus fundamentos dogmáticos, que históricamente le han correspondido al derecho.
Así mismo, rememorando a Bruno Trentin (Pavie Francia 1926, Exdiputado al Parlamento Europeo), Supiot analiza la postura capitalista y comunista que en coincidencia colocan al trabajo bajo la lógica de la “Tecnociencia” y al borde de la discusión política y la fundamentación dogmática; lo que es trascendental en estos momentos en que ya nos encontramos insertos en una revolución digital en todos los planos de la vida y de la que es muy difícil abstraerse.
También sostiene que la corriente denominada ultraliberalismo sólo sitúa a las leyes bajo la salvaguarda del cálculo económico, mientras que en la concepción del derecho están plasmadas concepciones originarias como la dignidad del ser humano y el imperio de las leyes.
En un llamativo análisis de las transformaciones del trabajo en el siglo XXI Supiot ubica dos certezas que son trascendentales para quienes nos apasiona esta materia; la primera de ellas tiene que ver con que el impacto de la revolución digital en la organización y división del trabajo es por lo menos equiparable con el de la precedente revolución industrial, que dio lugar al estado social. Por lo que las mutaciones tecnológicas de esta dimensión deben ser custodiadas por lo que se llama “refundición de las leyes de agrupación de individuos”, o sea, una refundación de las instituciones.
La segunda certeza es que, estamos frente a una crisis ecológica sin precedentes, que es atribuible en buen porcentaje a nuestro modelo de desarrollo; estas 2 certezas nos obligan a reconsiderar nuestra concepción de trabajo: desde el punto de vista técnico, de nuestra relación con las máquinas y en igual medida, desde el punto de vista ecológico, de la sostenibilidad de nuestros modos de producción; lo que representa para quien esto escribe otro nivel de alcance y visión de lo que debe ser el trabajo humano, en aras del beneficio como especie.
De tal forma que, al formar parte de la institución imaginaria de la sociedad, el derecho no puede ser separado de las condiciones materiales de existencia en las que se inscribe ni ser deducido de esas condiciones. En consecuencia, el derecho se coloca siempre como una de las posibles respuestas de la humanidad a los desafíos que le plantean sus condiciones de existencia; no obstante, no se puede dejar de observar algo que se conoce como “tecnociencia-economía”, que es un supuesto contemporáneo que proyecta sobre las sociedades humanas el funcionamiento binario característico del crecimiento lógico que se da en nuestras “máquinas inteligentes”; es decir, en presencia de lo que se conoce como gestión algorítmica; haciendo notar que algún día estas máquinas tengan la capacidad de calcular todo lo que es calculable; pero hay que tomar en consideración que la reducción de las relaciones entre los hombres a operaciones de cálculo o de interés sólo puede conducir a la violencia; ya que las sociedades humanas no son manadas; para formarse y subsistir, requieren un horizonte común; dicho de otra manera, un límite y la marca de un más allá.
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