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Luis Escobar Ramos
Después de haber abordado de manera muy rápida la realidad laboral de los jóvenes, en el mundo y en nuestro país, la cual, como ya habrán ubicado es mucho más compleja que la del resto de la población trabajadora y para muestra tan sólo mencionaré como complemento, los datos de desempleo del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) del cierre del mes de abril del presente año, que en edades de 15 a 24 años fue del 37% y que en comparación con el mismo mes del año anterior se incrementó en 5.6%, lo que da cuenta de lo delicado que es el tema.
A diferencia de la anterior entrega en la que me centré en aspectos de índole individual, hoy lo haré en la parte colectiva, en el afán de abarcar ambos ámbitos y colaborar con algunas propuestas que pudieran abonar a la mejora humana, social y productiva del país.
En el sector tecnológico mundial se vive un fenómeno relativo a que la mayoría de las empresas, ante el auge de las nuevas tecnologías, han decidido tomar el rumbo de convertirse en empresas de Inteligencia Artificial, lo anterior, en muchos casos, sin siquiera tener una claridad sobre qué tan necesario es realizar ese cambio, los beneficios, ventajas y eficiencias que puede traer en sus procesos de trabajo y digo esto último porque las nuevas tecnologías si bien es cierto, han tenido un gran desarrollo, también lo es que, aún no han aterrizado por completo en una aplicación tangible en las actividades o puestos de trabajo.
Lo anterior, por supuesto que tiene consecuencias y una de ellas es que pone a los trabajadores a pensar en escenarios muchas veces catastróficos sobre el futuro inmediato de sus puestos de trabajo y su propia permanencia en ellos; lo que los está llevando a una atmósfera de incertidumbre, en la que sienten la necesidad de adquirir conocimientos basados en Inteligencias Artificiales, para mantenerse vigentes o insertarse en los nuevos procesos de trabajo; así como, situar de forma puntual a través de un análisis personal cuales son los conocimientos con que cuentan y que otros deben adquirir y cómo hacerlo.
Es precisamente en lo anterior, en donde quiero hacer énfasis; debido a que estos procesos de recambio tecnológico no son sólo responsabilidad de los trabajadores; sino un tema de responsabilidad tripartita Estado-empleadores-trabajadores; es decir, se requiere el diseño de un trabajo enfocado, en principio, en una detección de las capacidades y habilidades actuales de los empleados; el cual debe hacerse bajo la rectoría y conducción del Estado, pero con la participación activa y propositiva de los empleadores y las organizaciones de trabajadores.
En segunda instancia, también bajo la rectoría del Estado, y ya con lo arrojado por el trabajo de la primera etapa (detección), la comisión tripartita (autoridad- empleadores-representación de trabajadores) deberá efectuar de manera conjunta con autoridades educativas una revisión de los programas de estudio de niveles medio superior y superior, dicho resultado servirá para realizar un cruce de información sobre lo que se les está proveyendo a los estudiantes en las escuelas versus las capacidades y habilidades que el mercado de trabajo demanda; ello permitirá tener una idea clara y precisa de la realidad actual en materia educativa y en el mercado de trabajo.
Ya agotada la segunda etapa del trabajo (análisis y cotejo de programas educativos y necesidades del mercado laboral), se deberán diseñar programas de capacitación que deberán contemplar aspectos de: desarrollo humano, dominio de idiomas, aprendizaje y desarrollo científico-tecnológico, aprendizaje y desarrollo de habilidades blandas o socioemocionales (comunicación, resiliencia, responsabilidad, persuasión, colaboración, confianza, gestión del tiempo, aprendizaje continuo, empatía, organización, resolución de conflictos y adaptabilidad, entre otras); lo cual es factible a través de la suma de esfuerzos gubernamentales, iniciativa privada y representaciones de trabajadores.
Como una cuarta etapa, se deben retomar, diseñar y democratizar procesos de certificación laboral, destacando que, ya existen algunos; sin embargo han quedado obsoletos y la mayoría son proveídos por instituciones privadas con costos elevados, que son inalcanzables para la mayoría de los trabajadores; de ahí la necesidad de que las empresas y organizaciones de trabajadores se sumen a un esfuerzo que los tiempos demandan.
Hago este planteamiento debido a que el mundo tecnológico-digital en el que ya nos encontramos inmersos amerita esfuerzos conjuntos entre autoridades, empleadores y trabajadores; no obstante, lo que un servidor percibe son esfuerzos aislados de algunos gobiernos, algunas empresas y un reducido número de organizaciones de trabajadores, lo que no alcanza para enfrentar la ola tecnológica que ya tenemos encima y que aunada al fenómeno de relocalización de empresas, en el que podemos jugar un papel trascendente pero, para ello, se requiere una visión periférica y holística.
La siguiente semana continuaremos con este tema, saludos cordiales.
YA EN EL CORREDOR
La industria convergente mexicana (telecomunicaciones-radiodifusión-TIC´s), deberá estar muy al pendiente del seguimiento a las 10 propuestas para la transformación digital, hechas por la hoy Presidenta electa Claudia Sheinbaum Pardo e intentar colocar algunos otros aspectos importantes para el sector y el país; debido a que los tiempos y los acontecimientos han colocado a las tecnologías como un eje transversal de las economías y México no es la excepción.
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