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Daazaev Saavedra Reynoso
—Papá ¿La gentrificación, es por culpa de los migrantes, que están en nuestro país…? — Me preguntó mi hijo de 15 años, mientras comíamos arroz rojo, frijoles y chicharrón en salsa verde (picosito y carnudito), con tortillas calientitas. La pregunta que me hizo fue refiriéndose a un grupo de haitianos, que llegaron a vivir a nuestro barrio.
—No, Vladimir, no es así. La gentrificación es otra cosa, le contesté. Imagina que en nuestro barrio, comienzan a llegar muchas personas de otros países, que por sus condiciones de trabajo a distancia y/o salario, pueden pagar una renta en otro país, en este caso el nuestro, o puedes imaginar parejas jubiladas que con su pensión pueden vivir en otro país, el nuestro. Lo que tienes que entender, le dije, mientras descansaba mi cuchara sobre el plato, es que ellos tienen poder adquisitivo en dólares o euros, su moneda es fuerte; hasta ahí podemos pensar que todo va bien, dejan sus divisas, sin embargo no es tan sencillo ya que esto genera que Juanita la de la tienda cierre su negocio por que ya pusieron un Oxxo, un Walmart express, un Mini Chedraui y, ¿por qué no? también un 7 eleven y hasta un Starbucks, los tianguis empiezan a elevar los precios; los tacos de suadero y tripita de don Leo y la fondita de tu tía Gema, también son obligados a cerrar su negocio y se convierten en bares o restaurantes que se adapten a las necesidades de los extranjeros, poniendo sus menús o servicios en inglés y ¿qué sigue…?, pues que van a incrementar los servicios básicos como la luz y el agua, el costo del predial se va a elevar y ya no vamos a poder pagar nuestro modesto modo de vivir en lo que algún día fue nuestro barrio y tendremos que migrar a las orillas de la CDMX, al Estado de México o a una zona más barata. Nuestra casa la comprará alguna empresa para hacer departamentos con las condiciones que requieren los extranjeros.
Esto que te acabo de explicar, no es un fenómeno que salió de la nada, son planes neoliberales de años atrás, manejado por las cúpulas hegemónicas.
Permitir la gentrificación, es permitir el despojo de tu vivienda, de tus recursos naturales, de tus tradiciones, es violentar tu arraigo cultural. Me miraba sin decir nada, su taco que se había preparado con chicharrón ya se había humedecido, la tortilla tuvo un final fatídico terminó partida en dos y sujetada por la mano de mi hijo, el chicharrón, corrió con mejor suerte, regresó al plato de donde salió. Él, no se dio cuenta de la catástrofe que había sucedido, era más su interés sobre la plática, Entonces proseguí, no Vladimir, los migrantes haitianos buscan empleo en nuestra tierra o migrar a Estados Unidos, buscan desarrollarse y eso está bien. Eso no es en ningún sentido un principio de gentrificación, el extranjero que invade tu tierra imponiendo su poder adquisitivo, dando paso a la inversión de los capitales económicos, políticas neoliberales y que coloca al aparato del Estado en defensa de sus intereses por encima de los tuyos anteponiendo su etnocentrismo… ese es un proceso claro de gentrificación…
—¿Rechazar a cualquier extranjero no sería xenofobia papá?, me interrumpió. Hijo, nunca permitas que te tachen de xenofóbico por defender tu tierra, tus recursos naturales, tu historia y cultura, la xenofobia es otra cosa. Tienes que defender los derechos de todas y todos los vulnerados del mundo.
Mira lo que acaba de pasar en Oaxaca. El pueblo junto con las comunidades indígenas, defendieron su territorio y el gobernador los tacho de racistas. ¿ves lo que te digo?, el estado defiende los intereses de las cúpulas hegemónicas, por encima de tus derechos.
—Ya me quedó más claro papá y… ¿qué es la aculturalidad? — me preguntó. Sólo me reí, tomé mi cuchara para seguir comiendo y le dije —comete tu tortilla rota y sírveme por favor un vaso con Coca Cola.
Artista Plástico, Músico, Escribano y Trabajador
ghettorudeska.ds@gmail.com