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Manuel Godínez Necoechea
Hay dos acontecimientos en el año que impactan a la sociedad, principalmente a la sociedad occidental, me refiero a la navidad, que celebramos a finales de año, y la semana santa, que se acaba de conmemorar hace unas horas. Ambos acontecimientos están relacionados con Jesús, un personaje histórico, del cual abundaremos en otro artículo.
Es en semana santa que recordamos los acontecimientos que más han generado comentarios en relación con su veracidad histórica, su ministerio, crucifixión, muerte y resurrección. Más allá de este punto, debemos entender el impacto de estos acontecimientos en la historia y especialmente en las vidas y comportamiento de quienes nos decimos cristianos.
Poco tiempo después de esos acontecimientos, a quienes se decían sus seguidores o discípulos se les comenzó a llamar por primera vez cristianos en la ciudad de Antioquía (Hechos 11.26). La nueva forma de referirse a ellos era en son de burla por la manera en que murió el Cristo, su maestro. La primera generación de los ahora llamados cristianos no era identificada porque se nombraban así mismos cristianos, sino porque su forma de vida era también diferente a lo que se acostumbraba en la sociedad de ese tiempo, otro motivo más para burlarse de ellos.
Cómo lo mencioné antes, conmemoramos la semana santa o semana mayor, en la cual recordamos el sacrificio de Jesús en favor de quienes amó y por quienes dio su vida. Esos días, ni siquiera la semana completa, nuestro comportamiento (incluso también el de quienes, aunque no se llaman así mismos cristianos) cambia al recordar la vida de constante sacrificio de Jesús por los demás. Y no estoy criticando o llamando hipócritas a quienes esos días, se enfocan en -Amad pues a vuestros enemigos y haced bien- (Lucas 6:35) sino que desafortunadamente ese deseo de vivir como Jesús, el Cristo, en muchos o la mayoría de los casos, se termina con la semana santa.
La vida de un cristiano o de cualquier persona necesariamente va a reflejar lo que cree, sus actos van a hablar más que sus palabras. La forma en que vivimos va a reflejar lo que creemos, ¿creemos en la Biblia como el documento histórico que registra las palabras y obras de Jesús?
Cómo dice mi suegro, el Dr. Juan Alfonso García, la Biblia no informa, transforma. Es decir, que quienes nos llamamos cristianos debemos vivir como Jesús nos mostró, su ejemplo, debe ser nuestra meta de vida. Richard Baxter, (puritanos del siglo XVII) dijo: -La primera y mayor obra de un cristiano gira en torno a su corazón- lo que creemos moldea nuestro comportamiento. Debemos tener vidas coherentes que reflejen que lo que decimos ser, eso somos, la forma en que nos comportamos es lo que somos.
¿La forma en que vivimos regresa a la “normalidad” después de Semana Santa? ¿Nos quitamos el “manto religioso” y lo guardamos hasta navidad para estar en el espíritu navideño de “paz y buena voluntad”? Al decir esto, en primer lugar, me lo cuestiono a mí mismo, ¿Mi vida es coherente entre lo que creo y lo que vivo? O mejor dicho ¿Lo que digo creer es lo que realmente vivo? ¿Lo que enseña la Biblia es mi estilo de vida?
Más que Semana Santa, los días siguientes a la semana santa van a mostrar lo que realmente somos. Más allá de cómo nos identifiquemos o cómo nos llamemos, la forma en que vivimos va a mostrar quienes somos y, por lo tanto, en quién creemos.
manuelnecoechea@gmail.com