ARTÍCULO | LOS LIBROS, EL HÁBITO DE LA LECTURA Y LA CONSTRUCCIÓN DEL CONOCIMIENTO

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Manuel Godínez Necoechea

El pasado 23 de abril, se celebró el día internacional del libro con la intención de reconocer la importancia de éstos como uno de los instrumentos que nos son útiles para atesorar y compartir el conocimiento, y que, a la vez, nos permite gozar uno de los mayores placeres, la lectura. Jean Piaget reconocido psicólogo, biólogo y epistemólogo de origen suizo desarrolló sus tesis del estudio del desarrollo psicológico en la infancia y la teoría constructivista del desarrollo de la inteligencia. De ahí surgió lo que conocemos actualmente como la Teoría del Aprendizaje de Piaget.

Una de sus frases más famosas es: “Soy un constructivista porque constantemente construyo o ayudo a construir el conocimiento”; éste, como lo acabamos de leer, se construye desde la primera infancia y sigue a lo largo del proceso de desarrollo de las personas, que guiará su comprensión o entendimiento, conducta y capacidad para resolver a lo largo de sus vidas. Podemos decir que, el conocimiento es el conjunto de habilidades, destrezas, procesos mentales e información adquiridos por las personas cuya principal función es ayudarles a interpretar la realidad, su realidad.

El conocimiento o la construcción de éste, tiene desde mi punto de vista, cinco pilares en los cuales cimienta su creación y desarrollo. El primero de ellos es la familia. Hay una frase muy famosa que dice: “la educación se mama en casa”, es sabiduría popular que Delors en su investigación amplía al señalar que: “La familia al constituirse en la primera ventana a la educación y la cultura se considera como insustituible en la formación de la personalidad.” (1996). Los primeros años de existencia son fundamentales no sólo para la cimentación, fortalecimiento y crecimiento fisiológico de los niños sino porque como afirma Ortiz “…la familia desempeña un importante papel educativo significativo, ya que es la primera y más importante institución socioeducativa.” (2011). La educación se mama, se aprende en casa sin lugar a duda.

El segundo pilar o fundamento para la construcción del conocimiento desde la perspectiva de la nueva escuela mexicana esta necesariamente relacionado con el primero. El artículo 2º de la Ley General de Educación (2018) señala que “En el sistema educativo nacional deberá asegurarse la participación activa de todos los involucrados en el proceso educativo, con sentido de responsabilidad social, privilegiando la participación de los educandos, padres de familia y docentes.” Los docentes o maestros son pieza fundamental en este proceso y su trabajo debe ser realizado de la mano con la familia o padres de familia de los educandos.

Por su parte Victoria señala que:

«…una de las características de la política educativa actual en México es la promoción de una mayor vinculación de la familia con la escuela y principalmente con el proceso de enseñanza-aprendizaje de los hijos. En la práctica cotidiana, esto se ha traducido en varias acciones, y entre las más importantes se encuentran la exigencia de una mayor participación de la familia en las sociedades de padres de familia y un aumento en la asistencia a las actividades escolares. (2003).»

Por su parte Machen, Wilson y Notar apuntaron que: “…la participación de los padres puede ayudar a mejorar la calidad de los sistemas escolares públicos y que unos padres participativos pueden brindar un mosaico de oportunidades para que sus hijos tengan éxito en su tránsito por la escuela.”(2005).
Un tercer pilar, no menos importante, es el estudiantado, es el que aglutina los demás pilares o factores en la construcción del conocimiento. Podemos afirmar que de hecho es el pilar más importante, ya que los sistemas educativos de todo el mundo se planifican, crean y actualizan en base a sus características y necesidades. Sobre éstos hablaremos más abundantemente en otro momento.

El cuarto pilar (y el más disfrutable, por cierto) para la construcción del conocimiento es el hábito de la lectura. Ricardo León y Román (novelista y poeta español) dijo: “Los libros me enseñaron a pensar, y el pensamiento me hizo libre”. La lectura es uno de los hábitos más importantes que podemos inculcar en nuestros semejantes, incluyendo a nuestros alumnos, no importando edad o grado escolar. Sus beneficios son innumerables, como dijo Benjamín Franklin (político, científico e inventor norteamericano) “gastar dinero en libros es una inversión que da buen interés”.

Según un informe de la OCDE, el 36% de los alumnos de nivel superior no leen por placer y si hablamos de alumnos económicamente desventajados el promedio aumenta al 56%. En promedio en nuestro país leemos 3.4 libros por año y sólo el 2% de la población tiene el hábito de la lectura (INEGI.2014). El 40.8% de la población que lee lo hace a través de libros, el 37.7% en páginas web, el 23.6% en revistas, el 18.5% en periódicos y el 6.1% lo hace a través de historietas. (INEGI/MOLEC.23)

¿De qué depende que se tenga el hábito de la lectura?, entre otras cosas de que quien lee entienda lo que lee, es decir, de la comprensión lectora. De ahí que quien no comprende lo que está leyendo, nunca va a hallar placer al hacerlo y por lo tanto no tendrá el hábito de la lectura. Es evidente la relación entre la comprensión lectora y el hábito de la lectura. Joseph Addison (escritor y político inglés) dijo: “la lectura es para la mente lo que el ejercicio para el cuerpo.” Leer trae muchos beneficios, especialmente a los estudiantes de nuestro país de todos los niveles, por ejemplo, trae salud a nuestro cerebro.

Un estudio del 2013 de la Sociedad Española de Neurología (SEN) señala que: “Un cerebro activo no sólo realiza mejor sus funciones, sino que incrementa la rapidez de la respuesta. Mientras leemos, obligamos a nuestro cerebro a pensar, a ordenar ideas, a interrelacionar conceptos, a ejercitar la memoria y a imaginar, lo que permite mejorar nuestra capacidad intelectual estimulando nuestras neuronas” (Flores.2016). Otros beneficios que nos aporta el hábito de la lectura son: mejorar nuestro vocabulario, igualmente nuestra ortografía, incrementar nuestra capacidad de retención, también nuestra concentración, etc.

Un quinto y último pilar necesario para la construcción del conocimiento es el pensamiento crítico. ¿Qué es el pensamiento crítico? Es la capacidad del ser humano para analizar y evaluar la información existente respecto a un tema determinado, intentando esclarecer la veracidad de dicha información y alcanzar una idea justificada al respecto ignorando posibles sesgos externos. Esta también debe reflejar conocimiento del tema, el análisis e investigación deben ser realizadas de manera adecuada, es decir, que refleje la seriedad de la investigación que se realizó y cuyas conclusiones tengan necesariamente relación con los datos cualitativos o cuantitativos aportados y que sostengan dicha investigación tanto en la forma, cómo en el fondo, es decir, su marco teórico.

Como vimos líneas arriba, el hábito de la lectura está estrechamente conectado con la motivación para leer. Es parte de nuestra responsabilidad como docentes crear o fortalecer el citado hábito de la lectura en nuestros alumnos. Debemos promover en ellos la motivación que los lleve a tomar un libro o un dispositivo electrónico. ¿De qué manera animaremos en ellos la lectura? Por medio de la exposición a textos académicos, artículos, reportajes, historias, textos informativos, etcétera. (Pang, Muaka, Bernhardt, & Kamil.2003).

Por otro lado, los beneficios de desarrollar y hacer uso del pensamiento crítico en las aulas de nuestro país son varios. En la escritura, por ejemplo, los alumnos no son los únicos beneficiados, pues los maestros (como es mi caso) que de forma efectiva y eficaz integramos en nuestras clases, tanto la escritura como actividades que requieran que se ejercite el pensamiento crítico, percibimos un aumento gratamente significativo en la experiencia educativa: nuestros estudiantes están mejor preparados para la clase, son más enriquecedoras las discusiones, y en general, el desempeño de nuestros educandos es mucho mejor a lo largo no sólo de su tiempo escolar. (Bean, 2011).

El hábito de la lectura es, sin lugar a duda, esencial en el desarrollo y formación óptima de los jóvenes para poder enfrentar a los desafíos en la era de acceso al conocimiento como nunca antes hemos tenido en la historia. Además, muchos estudios instrumentalizan la lectura y la escritura como actos inherentes a la vida educativa (Méndez Rendón, Espinal Patiño, Arbeláez Vera, Gómez Gómez, & Serna Aristizábal. 2014).

Los pilares para el conocimiento que mencionamos en este artículo (y que no son los únicos), la familia, los maestros, el alumnado, el hábito de la lectura y el pensamiento crítico son importantes en la formación educativa, así como en todos los aspectos de la vida de los estudiantes de cualquier grado académico. De los pilares brevemente vistos, el que posiblemente sea el más transcendental desarrollar es el hábito de la lectura, ya que no depende de factores externos, como pueden ser, la familia y la escuela, y su accesibilidad en esta época es mucho más fácil que en cualquier otra época. El hábito de la lectura no sólo nos ayudará a producir un verdadero conocimiento con fundamento académico o científico, sino que finalmente será una importante herramienta que nos ayudará a la consecución de una mejor y satisfactoria vida.

manuelnecoechea@gmail.com

facebook@SolaGratia1521

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Referencia:

https://www.redalyc.org/journal/4757/475765806002/html/

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