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Luis Escobar Ramos

Desde hace ya varias décadas se viene poniendo en el centro del debate mundial la necesidad de dejar atrás los combustibles fósiles (aquellos provenientes de depósitos de carbón, petróleo, gas, esquistos bituminosos, turba, lignito y antracita) y transitar hacia lo que se ha denominado energías limpias y renovables; es decir, aquellas fuentes energéticas basadas en la utilización del sol, el viento, el agua o la biomasa animal, entre otras; éstas se caracterizan por no utilizar combustibles fósiles como sucede con las energías convencionales; sino recursos capaces de renovarse ilimitadamente.

Dicho debate ha tenido como argumento principal el acelerado deterioro ecológico que causan los inflamables fósiles, que debido a su naturaleza algunos de los procesos de extracción y tratamiento de éstos para obtener energía, provocan alta contaminación que genera gases de efecto invernadero y dañan la capa de ozono; es de destacar que, desde la invención de la máquina de vapor y el impulso de la Revolución Industrial se comenzó a utilizar el carbón en grandes cantidades; así mismo, en 1859, Edwin Drake perforó en Pensilvania el primer pozo petrolero moderno iniciando con ello la larga historia de un combustible, que ha prevalecido por más de un siglo.

Distinto inflamable fósil es el gas natural, que se ha convertido en una de las energías fósiles de nueva generación y que su uso doméstico e industrial es de los que más ha permeado en el mundo.

Otro argumento que se ha utilizado como elemento para plantear una transición energética, según los Estados Unidos, tiene que ver con las reservas; ya que, pronostican que, las existencias de petróleo para cubrir la demanda mundial llegarían hasta el año 2050, mientras otros calculan que en cuanto a petróleo se tendría al 2052, el gas en 2060 y el carbón en 2090.

La transición mundial a las “mal llamadas energías limpias” fue un tema establecido en el Acuerdo de París, que es un tratado internacional entre más de 180 países que conforman la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC), cuyo cometido principal es, limitar el aumento de la temperatura media mundial para que quede muy por debajo de 2 grados centígrados en relación con los niveles preindustriales; por lo que se propuso el fomento de uso de energías bajas en carbono y con ello, lograr los objetivos climáticos para el 2050, situación que seguramente no se cumplirá, debido a la falta de compromiso de algunos de los países más poderosos del planeta.

En adición a lo anterior, hoy como humanidad, nos encontramos en un punto en el que el desarrollo tecnológico fluye a velocidades inimaginables con veinticinco tecnologías emergentes, que es necesario aclarar, a algunas de ellas aún les llevará unos años más para su desarrollo pleno, según la empresa norteamericana Gartner, consultora y de investigación de las Tecnologías de la Información.

Traigo a colación lo anterior porqué, en la medida en que se va dando el desarrollo e implementación de dichas tecnologías; poniendo tan solo como ejemplo la electromovilidad o el Internet de las Cosas, las necesidades de energía aumentan de manera exponencial, inyectando presión a los países para la creación de infraestructuras de generación, transmisión y distribución de energía, con la finalidad de satisfacer las necesidades que el nuevo entorno tecnológico está generando.

Es evidente que, conforme se van concretando las nuevas tecnologías o tecnologías emergentes, el discurso de los expertos en tecnología también sufre ajustes, ya que, están teniendo que reconocer las grandes necesidades de energía que se requieren para materializar ese entorno digital virtual; de forma tal que, aquella idea que hace años se vertió en cuanto a que las nuevas tecnologías vendrían a resolver muchas problemáticas que arrastramos desde hace décadas, si bien es cierto tienen cierto porcentaje de verdad, también lo es, que traen consigo retos importantes que la mayoría de los países no tienen previstos y que pueden colisionar con los objetivos establecidos para la restauración y preservación del planeta.

De igual forma, es vital reflexionar de manera profunda y colocar mediante el diálogo social este tema desde la perspectiva económica y sustentable pero también debatir en qué medida la famosa transición energética es lo más importante o sí los nuevos acontecimientos reclaman ajustes en la estrategia de los países y los organismos internacionales, por supuesto, en el afán de siempre poner los asuntos bajo una perspectiva de los derechos humanos y del propio principio Pro Homine.

La siguiente semana continuaremos con este tema, ¡Feliz Pascua!

YA EN EL CORREDOR:

Si muchos estábamos muy contentos y positivos en relación con la Inteligencia Artificial Generativa Chat GPT, pues tendremos que ser muy cuidadosos de ahora en adelante, debido a que recientemente el Diario The Wall Street Journal dio a conocer la aparición en la web de una nueva generación de chatbots nefastos que utilizan nombres como: “BadGPT” o “FraudGPT”. Estos generan correos electrónicos a través de Inteligencia Artificial Generativa, lo que se conoce como Spearphishing; para ello, los ciberatacantes usan información sobre una persona, con el objetivo de que un E-Mail parezca más legítimo.

Email: lescobarramos67@gmail.com

Twitter @LUISESCOBARRAM6

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